viernes, 27 de mayo de 2011

NO TAN DISTINTOS



Por suerte vivimos en democracia y en estas elecciones tenemos candidatos con ideas contrapuestas ¿O no?













miércoles, 25 de mayo de 2011

Feliz 25 de mayo


Hoy recordamos un hito fundamental para la creación de nuestra nación. La revolución producto de la anarquía en que se vio sumido el imperio por la caída de la metrópolis y los monarcas castellanos.

Esto evidencio el grado de decadencia al que había llegado el corazón del imperio que era incapaz de defenderse a si mismo y que perdería eventualmente la lealtad de sus súbditos al otro lado del atlántico. Mucho antes de caer la metrópolis su principal actividad era expoliar sus dominios de cualquier metal precioso que pudiera obtener para comprar manufactura a los ingleses y ya no era el poderoso imperio que otrora había sido.
Ya no había provecho ni honor en continuar bajo las ordenes de la corona, por eso pensaron los criollos del Rio de la Plata que no había nada que perder y mucho que ganar si se seguían a ellos mismos en vez de a la corona y a los aristócratas castellanos.
Algunos pretendían convertir al imperio entero en una republica y llevar al país a un renacer, pero esto no podía ser, las cosas ya estaban demasiado podridas por dentro.
La decadencia del imperio llevo eventualmente a su fragmentación total en múltiples Estados y un periodo de anarquía en todos sus antiguos dominios. Pero de la destrucción y de los intereses nobles y mezquinos de nuestros compatriotas criollos surgió nuestro amado país.
Hoy más que nunca no solo debemos recordar la epopeya de los que trajeron la autodeterminación nacional a esta tierra; sino también las razones por las que se decidieron a ello: la corrupción de la metrópolis y el gobierno.
Debemos volver a liberar nuestra nación y más importante aun volver a dotarla de un aura de nobleza y honor que una a nuestro pueblo en una misión común, de lo contrario la disolución y la oscuridad es lo único que podemos esperar.

domingo, 22 de mayo de 2011

COMBATIENDO LA ENFERMEDAD CON MAS ENFERMEDAD

Como frutilla de la torta de las "revueltas populares" de la CIA en Medio Oriente y África, ahora llega la "revolución de los chip-alienados" de la Internet y los celulares, que se contagia por toda España y amenaza con expandirse como un virus por toda Europa. Y ya se proyecta como una amenaza cierta de contagio por las aéreas subdesarrolladas y emergentes de Asia, África y América Latina. ¿Adónde apunta este nuevo fenómeno?.

Por Manuel Freytas (*)
manuelfreytas@iarnoticias.com
IAR Noticias/

L o que los medios y analistas del sistema llaman "primavera española" no es nada más que un juego deportivo de alienados jóvenes de las "redes sociales" (a los que se suma la izquierda sin brújula asimilada al sistema) quepromueven "protestas populares" desde la Internet casi como un divertimento con catarsis colectiva.

Desde su instrumentación casi orgánica en Medio Oriente y en África con las "revueltas populares" promovidas por la CIA y los servicios aliados, la Internet y los celulares fueron la clave de estas movilizaciones cuyos contenidos y objetivos solo los conocen sus instigadores ocultos.

O sea los beneficiarios encubiertos (servicios de inteligencia y grupos del poder) que los inducen a través de operaciones de acción psicológica principalmente en las "redes sociales". Y que luego se convierten en masivos a través de la difusión a escala global (en vivo y en directo) por las grandes cadenas mediáticas internacionales.

Estos movimientos se definen como "apolíticos". Y en general sus estructuras funcionales no varían en su implementación, salvo sus objetivos que se amoldan de acuerdo a las necesidades locales del país y la sociedad en que se los aplica.

Así lo que en Egipto y en Medio Oriente se conoció y aplicó como"revueltas populares", y en Libia como la "revolución libia", en España se presenta como la "primavera española" o "protesta de los indignados".

Así como en Libia se lo aplicó para crear las condiciones de unaintervención militar internacional orientada a derrocar a Kadafi y a poner el petróleo libio en manos del consorcio imperial USA-UE, y en Siria se la aplica para desestabilizar al gobierno aliado de Irán, en España su utilización reconoce difusos objetivos políticos electorales donde el gobierno de Zapatero aparece como el principal perjudicado, y el Partido Popular surge como el principal beneficiario en las urnas.

La estructura movilizadora masiva de las protestas nace de un triple eje convergente e interactivo: Internet (redes sociales), teléfonos celulares(mensajitos de texto) y cadenas mediáticas masivas que los reproducen y los difunden por todo el planeta.

Las "rebeliones" juveniles nacidas de la Internet no plantean ninguna revolución ni cambio de sistema, sino una "profundización de la democracia". No plantean un cambio del sistema y del Estado capitalista, sino que plantean una "depuración democrática" en el cual los partidos políticos abran mayores canales de "participación.

En tiempo y espacio, las "protestas populares" o la "primavera española" son una continuidad "informatizada" superadora de las"revoluciones de color" en los espacios post-soviéticos, o de la"rebeliones budistas" en el sudeste asiático o en el Tibet, destinadas a desestabilizar y/o promover golpes de Estado institucionales contra gobiernos pro-rusos o pro-chinos.

Es decir que forman parte del tablero geopolítico de la "guerra fría" intercapitalista por los mercados y los recursos estratégicos que tiene como protagonistas principales al eje USA-UE, por un lado, y al eje Rusia-China-Irán por el otro.

La creciente movilización y protesta en curso de los "indignados" en España, prueba que estas fórmulas pueden ser exportadas y aplicadas con distintas recetas en cualquier parte del planeta capitalista globalizado.

Y no solamente amenazan con propagarse como un virus por toda Europa, sino que ya constituyen una amenaza potencial y pueden extenderse por las periferias emergentes y subdesarrolladas de Asia, África y América Latina.

A nivel de herramienta movilizadora actúan con parecidas estrategias y tácticas de acción. Lo que varía son los objetivos y las respuestas de los gobiernos. No es lo mismo la respuesta militar duramente represiva en Libia o en Siria, o el "dejar hacer" que por ahora realiza el gobierno español de Zapatero.

Obviamente que estos movimientos trabajan y se potencian sobre una realidad y una demanda social básica: El desempleo y los ajustes sociales. Fenómenos que sus lideres organizadores achacan, no a la explotación económica del sistema capitalista, sino a la acción inmoral de los "políticos corruptos".

Sobre este eje irradiante y reduccioncita, los organizadores de las protestas de los "indignados" sacan de escena la responsabilidad del poder económico determinante del accionar de los políticos en la gerenciación del Estado capitalista.

Históricamente, estas herramientas de movilización y protestas masivas como la que está funcionando en España, atacan al "empleado" (los políticos) y preservan los intereses del "patrón" (El Estado y el sistema capitalista), sirviendo funcionalmente como instrumentos de "golpes democráticos-institucionales" por medio de los cuales los grupos del poder local definen su interna electoral y su guerra por el control del gobierno y del mercado interno.

En realidad, la llamada "protesta de los indignados" en España, es una actualización aggiornada y en otra etapa (con un salto cualitativo informático) del "Cacerolazo" que derrocó institucionalmente a Fernando de la Rúa en Argentina, y de la "rebelión de los jóvenes" que derrocó de la misma manera a Lucio Gutiérrez en Ecuador.

Ni siquiera puede compararse con el "mayo francés generacional" de la Guerra Fría, sino que repite metodologías operativas orientadas a resolver (regular) luchas internas por el poder entre los grupos económicos que controlan y financian la operatividad del sistema político corrompido por las prácticas de las "coimas".

Claramente (y repitiendo el concepto) la protesta de los "indignados" en España no apunta al sistema capitalista (bancos y empresas controladoras del mercado) sino al stablishment político gerencial del Estado capitalista (la corporación política) .

De esta manera (y como ya sucedió con el "que se vayan todos" en América Latina) se busca sustituir piezas operativas desgastadas (los políticos) por otras piezas renovadas y legitimadas como expresión representativa de la "revolución democrática" emergente de las "protestas populares".

Y a la vez sirven como válvula de escape social a las tensiones generadas por la desocupación y los ajustes salvajes de los gobiernos capitalistas.

De esta manera, se cambia el títere pero no el titiritero. Y el sistema continúa bajo la falsa apariencia de una "purificación democrática", mientras siguen funcionando los mismos "programas" trasnacionales económicos, políticos y sociales nivelados tanto para los países centrales, periféricos o subdesarrollados.

Continúa el mismo sistema de explotación capitalista que genera a diario hambruna mundial, masacres militares por la conquista de mercados, ajustes salvajes y desempleo para regular y mantener en pie la rentabilidad capitalista y la concentración de riqueza en pocas manos.

El movimiento de los "indignados" naciente en España no propone cambiar la realidad estructural concreta de la explotación capitalista (El Estado capitalista y su contenido programático), sino cambiar las formas de la convivencia política y depurar las prácticas corruptas de los políticos (sólo la cara gerencial del Estado capitalista).

En resumen, ni "revolución socialista", ni "revolución de color, ni "revolución árabe": "revolución democrática" implementada por los "chip-alienados" de la Internet y de los celulares que confunden las formas con el contenido.

Sólo un cambio de maquillaje para que el sistema continúe (sin enemigos reales) desarrollando a nivel local e internacional sus negocios y sus guerras intercapitalistas por la conquista de mercados y de recursos estratégicos.


http://www.iarnoticias.com/2011/secciones/contrainformacion/0036_protesta_indignados_21mayo2011.html

sábado, 21 de mayo de 2011

miércoles, 18 de mayo de 2011

100 BARRIOS CONTINÚA A FULL..(ZONA OESTE)


LA MATANZA
LINIERS
MATADEROS
LOMAS DEL MIRADOR
CIUDADELA

lunes, 16 de mayo de 2011

Todavía hay esperanzas


Una encuesta del Ministerio de Educación de la Nación reveló un dato alentador: sólo el 40% de los adolescentes de segundo y tercer año de secundarias públicas de la Ciudad y el GBA, cree que la democracia es el mejor sistema político. El resto está dividido entre los que dudan y los que están convencidos de que no lo es.

Esto es prueba de que la sociedad aun tiene componentes sanos y pensantes; pero es preocupante que esta cifra se haya elevado con respecto a dos años atrás en diciembre de 2008, en que la cifra de aprobación de la democracia entre los adolecentes era solo del 35%. Considerando que la cifra que se redujo fue la de los encuestados que definitivamente no consideraban a la democracia como el mejor sistema, que paso del 10% al 5%, es nuestro deber transmitir a los jóvenes la ideas que remplacen a la democracia y le den argumentos sólidos para defender un sistema alternativo, el que nosotros proponemos.

La mayoría parece estar dispuestos a escuchar, lo que los haría receptivos a ideas alternativas de sistemas de gobierno.

El 30 % de los encuestados considera que deben gobernar “los que más saben” y un 5% cree que deben ser "unos pocos". Posiciones a las que adherimos y por tanto hacen a este espectro de la población viables adherentes a nuestras ideas. Probablemente a estos jóvenes les reconforte leer a Platón.

Por otro lado estos datos corroboran los resultados obtenidos por la encuesta realizada por la Barbarie a principio de año, que nos señala que esta tendencia no solo se limita a los estudiantes de secundaria sino a todo el espectro joven de la sociedad.

martes, 10 de mayo de 2011


Los Qom.

El Indigenismo, La izquierda y Un Plan para destruir la Argentina.

Todos sabemos que los Qom han estado los últimos meses acampando al borde de la Av. 9 de julio para que se les otorgue una relativamente extensa parcela de tierra que ellos reclaman como propia. Pero esto va mas allá de una mini-revolución agraria, lo que pretenden en realidad es reconstituir su nación en un territorio donde puedan ejercer sus ancestrales costumbres indígenas, hablar su autóctono idioma y administrarse con autonomía. En definitiva lo que pretenden es crear una nación aparte y desligarse de su nacionalidad argentina. Este es pues el objetivo de todos los movimientos indigenistas.

De ningún modo podemos aceptar exigencias o peticiones de personas que no se consideran compatriotas, pues aunque el Estado Argentino sobreviva, si en su territorio prosperan naciones extrañas, terminará generando fracturas internas irreconciliables. Sin cohesión interna el Estado terminará fragmentándose, como ya ha ocurrido varias veces en la historia.

Habrá quienes desestimen el peligro por considerar a estas poblaciones poco numerosas, pero admitirles un territorio y aceptar su desligamiento implica sembrar la semilla de naciones que en un futuro de quizás trescientos años logren un tamaño suficientemente importante como para tener un país propio.

Sumado a la contracultura que nos invade que solo sirve para reducir el crecimiento demográfico de la nación Argentina, es de esperar que la consecuencia final sea la eliminación de la nación latina e hispánica que es Argentina.

La izquierda mientras por un lado apoya las culturas ancestrales indígenas, pero contaminándolas con teorías occidentales tales como la democracia y el marxismo; por otro ayuda a promover el liberalismo cultural y desalienta las costumbres ancestrales de los descendientes de europeos.

La Izquierda latinoamericanista supone poder crear un Estado supranacional latinoamericano, con decenas de naciones heterogéneas en su interior. La historia nos muestra que esto solo puede conducir al dominio de una nación sobre otras y siendo la Argentina una nación poco poblada, la instauración de un Estado Latinoamericano democrático solo puede significar la subyugación de nuestro país. Y Esto en el mejor de los casos, en el peor de los casos terminaremos con la escisión de una parte de nuestro territorio por parte de una nación independiente y eventualmente agresiva para con la nuestra. Por otro lado un Estado así constituido es un Estado frágil incapaz de resistir un periodo de anarquía o una derrota militar importante, tal es el caso del Imperio Austro –húngaro, La Unión Soviética o El Imperio Otomano. En un Estado así es fácil para una potencia extranjera fomentar las divisiones internas y destruir el país por adentro.

No existe reclamación legítima para los que no son compatriotas.


jueves, 5 de mayo de 2011

OPERACION 100 BARRIOS

La semana pasada la Agrupación Nacionalista Lacebrón Guzman comenzó un operativo de propaganda contra la vertiente política del Sistema como lo es la irrepresentativa y fraudulenta partidocracia que desde hace casi tres décadas ejerce el poder tiránicamente, turnandose, sus diferentes variantes, en el reparto del botín y colocando día a día un granito mas de arena en la destrucción de nuestra querida Argentina.
La partidocracia es la cara instrumental de lademocracia de masas denunciada mil veces en esta pagina como en diversos medios afines. Es la expresión política de la corrupción de las ideas y de las conductas.

Estamos convencidos que hay que luchar hasta las ultimas consecuencias contra este Régimen ominoso, tenga la cara que tenga. Todas sus variantes son la misma cosa. Los modales, la educación, el "respeto hacia el otro", el "acatamiento" o no a la Constitución son solo pantallas, historietas para bobos.
CIUDADELA
En 1976 escuchamos por boca del presidente militar de turno- quien nos dejara indisolublemente atados al poder de la usura global- que era su deseo instaurar una democracia eficiente, moderna y estable. En 1983 esa democracia se instaló en el poder y el presidente que asumió dijo que del día a la noche desaparecería la corrupción y que con la democracia se comia se curaba y se educaba.
Treinta años despues tenemos a la vista, la mentira superlativa que representa este Sistema político al que curiosamente se le llama "normalidad institucional". La corrupción es pavorosa el hambre es palpable, la salud publica y la educación son un páramo en las sucias manos de "la política".
QUILMES
Por eso instamos a la lucha para la construcción de otra Argentina. Si, a la lucha a despecho de los agoreros y mesías del fracaso y el desanimo. La lucha no solo es pegar afiches o pintar consignas, sino hacer también eso-entre otras cosas- con contenido y con claridad en ese contenido.
No aflojaremos en esto. La única forma de derrotar al Sistema de Dominación es mediante la lucha, la acumulación de fuerzas propias y el esclarecimiento militante sobre la realidad que impera en nuestro país.
Exhortamos a todos los patriotas a que colaboren con nosotros en pos de la instauración de una Argentina Nacionalista: Patriótica, Social y Orgánica.








Ni de izquierda, ni de centro, ni de derecha.
¡¡NACIONALISTAS!!

martes, 3 de mayo de 2011

CAMBIO DE RUMBO

Con las próximas elecciones presidenciales apareciendo sobre el horizonte político de la Argentina quizás valdría la pena analizar la posibilidad de un cambio de rumbo. No precisamente desde la perspectiva de los adoradores del cambio que juran que todo cambio es tan necesario como inevitable y, es más, hasta insisten machaconamente en que el cambio es algo bueno de por sí. Porque, según dicen, obliga a “renovarse” y, como todo el mundo sabe, se supone que lo “nuevo” es siempre muchísimo mejor. Pero aun dejando esas tonterías marketineras de lado, es bastante obvio que la Argentina está ya madura para, al menos, replantearse unas cuantas cosas.

Porque hay muchas, demasiadas, cosas que decididamente andan mal. Por de pronto, la actitud general de los políticos ante justamente esas cosas que andan mal. Tomemos, por ejemplo, algo tan obvio y evidente como la inflación. Las dos actitudes que podemos observar frente al fenómeno son realmente típicas de los políticos que tenemos.

El gobierno sencillamente opta por la negativa. Según el INDEC, Guillermo Moreno y la Casa Rosada, no hay inflación. Todo está fenómeno y sólo hay una pequeña “dispersión de precios”. Por lo tanto, parece ser que el criterio de esta parte del espectro político es que podemos solucionar un problema mediante el simple expediente de negar su existencia.

La oposición, por su lado, se rasga las vestiduras denunciando la existencia de una inflación real de entre un 20 y un 30% anual (por ahora) y escandalizándose por la manipulación más que evidente de los datos en la metodología adoptada por el INDEC. Pero, más allá de poner el grito en el cielo y de criticar el “modelo” del gobierno, la oposición no ha impulsado ninguna solución coherente, real y concreta al problema. Por lo tanto, parece ser que el criterio de esta otra parte del espectro político es que podemos solucionar un problema mediante el simple expediente de denunciar su existencia y discutir hasta el día del Juicio Final las mil posibles alternativas.

De modo que, realmente, creo que sería hora de cambiar de rumbo porque, si ante los problemas seguimos aplicando el método de negar su existencia o discutir in aeternum su solución, al final me temo que esos problemas terminarán explotando de un modo o de otro y a esa explosión tampoco la vamos a resolver con políticos que seguramente se pasarán el día echándose la culpa los unos a los otros. Porque, como todos sabemos, en el ámbito político argentino el encontrar a un culpable siempre ha sido muchísimo más importante que hallar una solución.

Lamentablemente, cambiar de rumbo nunca es fácil. Cuando una persona se ha acostumbrado a determinada orientación – y más todavía cuando se ha comprometido con esa orientación – se resiste a abandonarla. Por un lado, el abandonar el sendero habitual, siempre se percibe como algo incómodamente riesgoso; por el otro lado, abandonar algo con lo que uno se ha comprometido equivale siempre a reconocer que el compromiso fue un error.

Por ello, en principio a nadie le encanta la idea de cambiar de trayectoria y los cambios de dirección siempre resultan traumáticos. Hasta en el mundo material se puede observar un fenómeno muy similar. Todos los objetos del universo tangible poseen masa y la masa es esencialmente pasiva. “Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por una fuerza externa que actúe sobre él.” Es la clásica primera ley de Newton que conoce cualquier estudiante de física. Poniéndolo en términos algo más filosóficos, su equivalente sistémico vendría ser algo así como “el ser abandonado a sí mismo tiende al no ser” ya que se deja arrastrar hacia abajo por el tobogán entrópico de la termodinámica hasta que, finalmente, alcanza un estado de desorden y de desestructuración al cual, desde la antigüedad griega, llamamos “caos”.

Es realmente sorprendente cómo los griegos, al menos en el plano de los conceptos abstractos, se adelantaron en más de veinte siglos años a las actuales teorías científicas de nuestras ciencias “duras”. Por ejemplo, ya sabían que la decadencia y la descomposición de una comunidad humana comienzan con muy pequeñas modificaciones en las profundidades de la conciencia, con lo que prefiguraron nuestra moderna teoría del caos según la cual, en los sistemas de equilibrio dinámico, muy pequeñas modificaciones pueden llegar producir enormes consecuencias. Al quiebre del orden interno del espíritu, ya sea individual o social, los griegos lo llamaban “anomia” y a la segunda fase de este estado la conocían como “anarquía”. Esta segunda fase se caracteriza por la manifestación en el ámbito humano de la descomposición del orden natural que los helenos consideraban como algo sagrado; es decir: intocable. En este estado final anárquico, el orden natural o bien desaparece por completo, o bien se mantiene por medios artificiales con lo cual lo que se obtiene es tan sólo un orden formal; es decir: la apariencia de cierto orden que encubre – con mayor o menor éxito – la anarquía subyacente.

Tal como lo demuestra la Historia de todas las civilizaciones anteriores a la nuestra, si este rumbo se mantiene, lo que ocurre al final es la decadencia irreversible que, a su vez, culmina en el caos de la descomposición final.

Si analizamos ahora el rumbo del “movimiento rectilíneo y uniforme” de la política argentina de la(s) última(s) década(s) no es muy difícil darse cuenta de que su orientación es hacia un caos suicida. Por supuesto, es muy difícil determinar con exactitud en qué punto del plano inclinado entrópico de la anomia, la anarquía y el caos nos encontramos en la actualidad. Mi opinión personal – y, por supuesto, nadie tiene la obligación de estar de acuerdo conmigo – es que estamos más o menos a mitad de camino entre la anomia y la anarquía. O, quizás, un poco más cerca de la anarquía que de la anomia. Y seguiremos moviéndonos en la dirección del caos total de un modo rectilíneo y uniforme mientras, por un lado neguemos la existencia de las fuerzas que impulsan el movimiento y, por el otro lado, sigamos en la esterilidad de discutir ad infinitum cuales serían esas fuerzas en absoluto y qué se supone que deberíamos hacer con ellas. En algún momento, alguien tendrá que tener el coraje de poner las cosas en su lugar y llamarlas por su nombre, por más políticamente incorrectos que sean esos nombres y por más antipático que sea el ponerlas en el lugar que les corresponde.

Dejando de lado ahora a Newton, a los griegos y a la física, en la actualidad ya es inocultable que la Argentina está a la deriva. La política argentina se parece a un barco que se deja llevar por la correntada de un río mientras su capitán y sus primeros oficiales se dedican a la improvisación y a las discusiones estériles. El nunca definido ni concretamente explicitado “modelo” del gobierno se basa en una nebulosa ideológica que, en los hechos, se limita al proverbial hacer lo que se nos ocurre, cuando se puede, porque se puede y si conviene o no hay más remedio. La llamada oposición, a su vez, se limita a criticar lo que salió mal, a callar lo que salió bien y a armar un escándalo sobre lo que el gobierno no hizo, porque no se le ocurrió, o porque no quiso, no pudo, no supo, o no le convenía hacerlo. De este modo, mientras en el gobierno y su entorno están ofendidísimos por el hecho de que la oposición no les reconoce los logros y les critica todos los fracasos – además de todas las improvisaciones y todas las corruptelas – los miembros de la oposición se pelean entre sí por el premio al mejor criticón. En buena parte, obviamente, debido la envidia que despierta el quedar siempre fuera de las corruptelas.

No falta, claro, quien señale que precisamente este juego dialéctico de críticas y contracríticas constituye la esencia de la democracia. Pues si lo es, no estaría de más que, mientras duran los torneos dialécticos, al menos alguien le diga al timonel qué tiene que hacer. Alguien debería por lo menos velar por la conservación de la nave mientras discutimos adonde demonios queremos llegar. Porque así como están las cosas, el timonel no tiene ni idea de qué rumbo tomar. Más aun: últimamente estoy empezando a sospechar que el barco llamado Argentina ya ni siquiera tiene timonel.

El problema básico está en que, en lugar de dejarnos llevar por la corriente, tendríamos que girar el barco ciento ochenta grados y empezar a navegar río arriba. Tanto la correntada demoliberal de “derecha” como la socialdemócrata de “izquierda” nos arrastran a un rumbo de colisión.

Los liberales persiguen su sueño de reducir al Estado a su más mínima expresión administrativo-burocrática para dejar el campo libre al zorro financiero libre dentro del gallinero social libre. Dicho sea de paso: al día de hoy sigo sin entender por qué a esto ahora se lo llama "derecha" cuando todas las verdaderas corrientes de derecha que ha conocido la Historia han propugnado exactamente lo contrario. Tanto José Antonio Primo de Rivera como Ramiro de Maeztu – para nombrar sólo a dos y del ámbito hispano – hubieran sacado carpiendo a cualquiera que les hubiera propuesto reducir el Estado para cederle el terreno al capitalismo.

Por su parte, los marxistas, en más de 150 años en ningún lugar del planeta consiguieron organizar un Estado perdurable que funcionara realmente bien. A pesar de eso, insisten en proclamar que todo se solucionaría desatando una guerra de clases en la cual quienes menos tienen simplemente eliminarían a los que más tienen. En su versión vernácula, esta propuesta de cambio por la vía de la guerra civil la tenemos en esa izquierda setentista y su delirio de convocar a “las masas” para una aventura revolucionaria que elimine a “la oligarquía”. Y, dicho sea de paso otra vez: lo que en esto no termino de entender es por qué se lo llama "progresismo". La idea de conquistar al Estado lanzando a "los pobres" contra "los ricos" es el truco más viejo de la demagogia política. Lo inventaron los políticos griegos y romanos hace ya más de 2.000 años. Nota al margen: y a ellos tampoco les funcionó.

El hecho es que todos empujan hacia el caos. Los liberales al proponer un rumbo hacia la anomia producida por un Estado incapaz de cumplir con sus funciones esenciales. Los "progresistas" al insistir en el resentimiento como impulso político principal para producir una anarquía que – entre otras cosas por medio de una justicia patológicamente permisiva e incapaz de poner orden en la calle – haría saltar por los aires la estructura básica misma de cualquier sociedad en aras de una quimera sociopolítica inviable. Así, mientras la “derecha” empuja hacia la anomia, la “izquierda” empuja hacia la anarquía. Y en el medio tenemos a un gobierno supuestamente peronista que no sabe qué rumbo tomar a fin de no perder ni financiación ni votos.

Pese a quien le pese, hay que llamar las cosas por su nombre. El problema argentino no es solamente la ineptitud política del gobierno ni tan sólo la boconería estéril de la oposición. El problema argentino es todo el sistema político en sí mismo. Un sistema que, convengamos en ello, no es exclusivo de la Argentina pero que el país no ha conseguido superar ni mejorar. Ni siquiera ha conseguido hacerlo funcionar razonablemente bien.

Por de pronto, es un sistema que, en última instancia, está basado en el dinero. Quien no tiene dinero no puede tampoco afrontar el costo de una campaña. Quien no puede pagar una campaña, no es conocido. Obviamente, quien no es conocido no consigue votos. Y quien no consigue votos, no llega al poder. Por lo tanto, lo primero que todo político tiene que hacer en este sistema – antes incluso de tener cualquier idea brillante – es conseguir el dinero que hace falta para montar una buena campaña. ¿Cómo lo consigue? Mejor no pregunten.

En segundo lugar, cualquier campaña democrática se basa en una mezcla de demagogia e hipocresía en proporciones variables. De lo que se trata es de conseguir votos. Por lo tanto, se trata de prometer lo que la mayoría de los votantes quiere escuchar y el maquillaje mediático deberá hacer más o menos creíble esa promesa; siendo que esto último, a su vez, también cuesta dinero, por supuesto. De modo y manera que, puesto que “los pobres” – sea lo que fuere que se entienda exactamente por esa expresión – constituyen una proporción relevante del electorado, todos los discursos, sean de “derecha” o de “izquierda” deberán, obligadamente, contener mensajes amigables dirigidos especialmente a ellos. No hay político al que no se le parta el corazón por la existencia de los pobres. Pero ¿quién se ocuparía de ellos si representaran algo así como, digamos, tan sólo el 2% de los votos? De hecho, la enorme mayoría de los políticos sólo se ocupa realmente de los pobres a la hora de tratar de obtener los votos de la pobreza. La verdad es que para muchos políticos, especialmente los de cierta izquierda, la existencia de esa pobreza es más un capital político a explotar que una lacra a eliminar. Más de uno especula con tomar medidas para reducir la pobreza solamente después de llegar al poder y, mientras tanto, torpedea sistemáticamente todos los intentos de algún competidor que trata, eventualmente, de hacer algo para reducir la miseria.

Aunque, en todo caso, también es cierto que lo que se hace es poco y, buena parte de lo poco que se hace, se hace mal. Por ejemplo, una política asistencialista o de subsidios no elimina la pobreza; solamente la disimula en tanto y en cuanto haya plata (ajena) para repartir y se esté conforme en aceptar la catarata de corrupciones y clientelismos que ese reparto genera. Todo el mundo repetirá, por supuesto, que no hay que regalar el pescado sino enseñar a pescar. Pero el hecho concreto es que, en la mayoría de los casos, ni hay donde ir a pescar, ni en los lugares de pesca quedan ya tantos peces como antes. Un montón de empresas cerraron, o se fueron, y las que quedan no crecen al mismo ritmo en que aumenta la demanda laboral, por más que se publiciten tasas de crecimiento económico favorables. Las tasas de crecimiento miden cantidades de dinero y el problema que tenemos es de cantidad de puestos de trabajo productivo. No sólo los que se necesitan ahora, sino los que necesitará la próxima generación.

En otras palabras: lo que hasta el día de la fecha el kirchnerismo no ha conseguido entender es que el problema básico de la pobreza no es un problema de políticas sociales sino un problema de políticas económicas. Específicamente: es un problema de la organización del trabajo. De la creación, de la oferta, y de la organización del trabajo. Pero claro, organizar el trabajo para todos es un poquito más complicado que organizar el fútbol para todos. Y, por supuesto, se perdería más de un voto si alguien tratase de imponer la tendencia de volver a llevar al trabajo regular y cotidiano a todos los que ya se acostumbraron a vivir de subsidios. Muy en especial se generaría la enemistad declarada de quienes se acostumbraron a vivir del repartode esos subsidios. Ni hablemos del aquelarre que se produciría entre los jeques sindicales si a alguien se le ocurriese la peregrina idea de señalar que todo trabajo bien organizado requiere un mínimo de disciplina laboral. Y no me quiero referir ahora al tema del manejo y la administración de los aportes que genera la actividad laboral porque eso equivaldría directamente a meter el dedo en el ventilador.

La Argentina ¿puede continuar así? ¿Puede seguir haciendo el papel del barco arrastrado por la corriente de los acontecimientos? ¿Puede seguir de improvisación en improvisación, con solamente esa vaga noción romántica, convertida en ideología política, de distribuir generosamente la riqueza ajena entre pobres que cada vez tienen menos oportunidades e incentivos para participar de un trabajo productivo? Para que exista riqueza alguien la tiene que generar, y para que la distribución sea justa al que le toca una parte tiene que haber participado en su generación de un modo proporcional a esa parte. Si el que la genera lo hace explotando a los demás, la solución no está en sacarle parte de lo ganado para distribuirlo entre los explotados. La solución está en impedirle que siga explotando a los que contribuyen a generar la riqueza. Y para eso no es necesario ni cerrar, ni expropiar, ni estatizar ninguna empresa, ni permitir piquetes, ni declarar huelgas. Basta con un Estado que se ocupe de solucionar problemas con un mínimo de sentido común y con la suficiente fuerza, autoridad y determinación como para imponer reglas, normas y procedimientos justos.

Pero, para hacer posible algo así, hay que dar vuelta el barco y empezar a navegar contra la corriente. Hay que atacar los problemas en forma objetiva y eficaz, sin ponerse primero a evaluar el "costo político" de las medidas, o a ver quién se lleva el “rédito político” de la solución. Hay que poner al frente de cada proyecto a personas que realmente entienden del problema y no a algún abogado amigo que se cree tan multifuncional que aceptaría ser gobernador de provincia con la misma liviandad irresponsable con la que asumiría como secretario de transportes o director de cultura; y todo eso tan sólo para renunciar en la mitad de su gestión y postularse como candidato a senador o diputado. Hay que poner la estructura financiera al servicio de la producción de bienes y servicios y romper con el esquema actual en dónde la producción, o bien está al servicio de las ganancias financieras, o bien queda relegada a un segundo plano frente a la posibilidad de alguna inversión puramente especulativa. Hay que reestructurar por completo el sistema político saliendo del actual en dónde cualquier politicastro puede hacer cualquier promesa irrealizable y hasta puede ofrecerse como “candidato testimonial” no asumiendo siquiera el cargo para el cual se postuló, con lo cual al final nadie sabe exactamente qué es lo que vota y a veces ni siquiera a quién vota. Hay que emancipar a la política de la dictadura del dinero que paga las campañas. Hay que sacarse por fin la careta, llamar pan al pan y vino al vino, y establecer de una buena vez por todas qué país queremos, cómo lo vamos a construir, con qué lo haremos, quiénes serán los responsables por hacerlo, cuales serán los costos, quiénes los pagarán, quiénes serán los beneficiarios y cuales serán las prioridades del plan.

Pero no se preocupen queridos amigos. Nada de eso sucederá. Ni de aquí a Octubre, ni tampoco después. Los que podrían tener el proyecto no tienen los votos, y los que tienen los votos no tienen un proyecto así.

Así que relájense, disfruten del espectáculo y admiren el paisaje. Y cuando el barco encalle, porque va a encallar, háganle caso a cualquiera que proponga remar contra la corriente. Porque río abajo amenaza el caos y la única salida posible es río arriba.

Denes Martos
29/Abril/2011


Voy a tomarme el atrevimiento de hacer dos pequeñas observaciones al texto: Una es que el autor considera de "derecha" o "verdadera derecha" al falangismo (él cita a José Antonio), cosa con la que nosotros no coincidimos, ya que consideramos a dichas clasificaciones (izquierda, centro, derecha) como sistémicas, arrastradas desde la subversión Francesa de 1789 hasta nuestros días y usada por las tendencias actuales herederas de esas filosofías Iluministas, por lo tanto no vemos mal que se clasifique a los liberales como derecha.

La otra Observación es que el autor invierte los términos de oferta y demanda de trabajo, cosa que es muy común en no especializados, ya que instintivamente se tiende a interpretarlos de esa manera. En el texto, donde dice oferta de trabajo, debería decir demanda de trabajo y viceversa, ya que la demanda de trabajo es la que ejercen las empresas, la empresa demanda fuerza de trabajo y no es el trabajador el que demanda trabajo, sino el que lo ofrece, ofrece su fuerza de trabajo. Utilizados lo termino de esta forma (la correcta) se es coherente con la ley económica de la oferta y la demanda, es decir, cuando sube la demanda ( las empresas necesitan mas empleados) tienden a subir los salarios ( "precio de la fuerza de trabajo" ), en cambio si sube la oferta ( mas gante ingresa al mercado laboral) los salarios tienden a disminuir.


La Lacebrón Guzmán